Arrojado al mar. Fondeado en aguas del Río de la Plata. Enterrado en la
isla Martín García. Destruido con ácido, vejado,
mutilado, sometido a prácticas necrofílicas. Durante 16 años, el destino
del cuerpo embalsamado de Eva Perón fue uno de los mayores misterios de
la historia argentina, y el perfecto símbolo del carácter insólito de esa historia.
A partir de su desaparición, las versiones sobre la suerte de sus restos se multiplicaron tanto como el cuerpo mismo: hay quienes aseguran que los militares mandaron hacer tres copias de cera idénticas al cadáver, que fueron enviadas simultáneamente a otro cementerio italiano, a Bélgica y a Alemania Occidental, para despistar a los fanáticos y enemigos políticos que buscaban recuperarlo, cuando en realidad las copias en cera fueron realizadas por el Dr. Pedro Ara, famoso anatomista español, quien llevó a cabo el embalsamamiento del cadáver.
Este es el resumen, extractado de distintas obras de investigación, de lo que aconteció con el cuerpo de la mujer más importante de la historia argentina.
El cadáver embalsamado de Evita, muerta en julio de 1952, fue secuestrado de donde reposaba, en la sede de la CGT, a poco del golpe militar contra Perón por parte de la Revolución Libertadora en 1955. Los militares que derrocaron a Perón en 1955 mantuvieron oculto el cadáver de Eva Duarte hasta septiembre de 1971, y ese cadáver recorrió un periplo con peripecias que superan cualquier obra de ficción.
La tarea de embalsamar a Evita fue una de las más perfectas que se conozcan en el mundo, y fue encomendada al Dr. Pedro Ara, un médico español que había rechazado, en su momento, trabajar con el cadáver de Lenin, en Rusia.
Cuando se produjo el golpe militar, Perón no logra dar indicaciones al Dr. Ara sobre el destino del cuerpo. Perón se fue al exilio. Pedro Ara se había quedado solo. Era el único responsable de Evita, cosa que distaba de parecerle mal.
Ara había logrado que el doctor Villada Achával, secretario general de la Presidencia y hombre de confianza del Gral. Eduardo Lonardi, presidente provisional luego de la caída de Perón, visitara su laboratorio el 4 de octubre de 1955, y cuenta que al inspeccionar su trabajo le dijo: “Es una obra de arte y muy lamentable el que forzosamente tenga que desaparecer”.
Los planes iniciales del Gral. Lonardi no se llevaron a acabo, porque el 13 de noviembre, apenas 55 días después de asumir la Presidencia del Gobierno Provisional, Lonardi era sustituirlo por el general Pedro Eugenio Aramburu.
Como era natural, fueron otros los hombres del nuevo gabinete y el entorno presidencial, en tanto la resolución oficial con respecto al destino de los restos de Eva Perón quedaba nuevamente diferida.
A partir de su desaparición, las versiones sobre la suerte de sus restos se multiplicaron tanto como el cuerpo mismo: hay quienes aseguran que los militares mandaron hacer tres copias de cera idénticas al cadáver, que fueron enviadas simultáneamente a otro cementerio italiano, a Bélgica y a Alemania Occidental, para despistar a los fanáticos y enemigos políticos que buscaban recuperarlo, cuando en realidad las copias en cera fueron realizadas por el Dr. Pedro Ara, famoso anatomista español, quien llevó a cabo el embalsamamiento del cadáver.
Este es el resumen, extractado de distintas obras de investigación, de lo que aconteció con el cuerpo de la mujer más importante de la historia argentina.
El cadáver embalsamado de Evita, muerta en julio de 1952, fue secuestrado de donde reposaba, en la sede de la CGT, a poco del golpe militar contra Perón por parte de la Revolución Libertadora en 1955. Los militares que derrocaron a Perón en 1955 mantuvieron oculto el cadáver de Eva Duarte hasta septiembre de 1971, y ese cadáver recorrió un periplo con peripecias que superan cualquier obra de ficción.
La tarea de embalsamar a Evita fue una de las más perfectas que se conozcan en el mundo, y fue encomendada al Dr. Pedro Ara, un médico español que había rechazado, en su momento, trabajar con el cadáver de Lenin, en Rusia.
Cuando se produjo el golpe militar, Perón no logra dar indicaciones al Dr. Ara sobre el destino del cuerpo. Perón se fue al exilio. Pedro Ara se había quedado solo. Era el único responsable de Evita, cosa que distaba de parecerle mal.
Ara había logrado que el doctor Villada Achával, secretario general de la Presidencia y hombre de confianza del Gral. Eduardo Lonardi, presidente provisional luego de la caída de Perón, visitara su laboratorio el 4 de octubre de 1955, y cuenta que al inspeccionar su trabajo le dijo: “Es una obra de arte y muy lamentable el que forzosamente tenga que desaparecer”.
Los planes iniciales del Gral. Lonardi no se llevaron a acabo, porque el 13 de noviembre, apenas 55 días después de asumir la Presidencia del Gobierno Provisional, Lonardi era sustituirlo por el general Pedro Eugenio Aramburu.
Como era natural, fueron otros los hombres del nuevo gabinete y el entorno presidencial, en tanto la resolución oficial con respecto al destino de los restos de Eva Perón quedaba nuevamente diferida.